account_balanceMuseo del Hospitalarrow_drop_down
account_balanceCentro de interpretaciónarrow_drop_down
bookBibliotecaarrow_drop_down
searchBuscar libros
descriptionResumen Museo Hospitalarrow_drop_down
descriptionDescripciones QR
camera_altFotos principales
headsetAudioguías QR
descriptionResumen Centro Interp.arrow_drop_down
descriptionDescripciones QR
camera_altFotos principales
headsetAudioguías QR
Bienvenido a la web de la Isla del Rey. Desde aquí podrá realizar una visita virtual, sala por sala, a su Edificio-Hospital del S XVIII. Para ello deberá pulsar sobre el icono de tres rayas horizontales que encontrará en el ángulo superior izquierdo de esta pantalla.
En esta visita encontrará dos zonas o secciones:
- La sección Museo del Hospital está dedicada a todas las salas (bóvedas) de la planta baja y la planta sótano, y también a las zonas exteriores (jardín) e independientes (Casa del Director, Casa del Capellán, Imprenta, Lavandería.)
- La sección Centro de Interpretación que ocupa las salas de la planta primera, y que le permitirá profundizar en la vida del Puerto de Mahón y en su rica historia.
- También podrá acceder a la base de datos de la biblioteca.
Además del edificio Hospital en la Isla existen los restos de una Basílica Paleocristiana del Siglo VI. Otros edificios anexos y de servicios y el Edificio Lángara, que aloja el Centro de Arte Hauser&Wirth.
La Isla del Rey goza de un elevado nivel de protección urbanística y medioambiental.
Hospital Naval y Militar durante 3 siglos
En estas 20 salas de la planta baja y alguna del semisótano se ha procurado recoger y exponer lo relacionado con este edificio que fue Hospital desde 1711. Todo lo que se exhibe es fruto de donaciones o depósitos y de las ayudas voluntarias que han permitido lograr la recuperación de cada sala. Este edificio había quedado en ruinas tras 40 años de abandono (1964-2004) durante los que sufrió la invasión de la vegetación, las aguas, los animales y el expolio. Su recuperación ha sido posible gracias a la iniciativa de la Sociedad y su colaboración voluntaria.
Dedicado principalmente a medicina y cirugía en sus diversas especialidades así como a farmacia y prestando atención a ciertos acontecimientos dignos de ser recordados, recoge la historia y evolución de la medicina en los 300 años de vida del Hospital. Las presencias internacionales, interesadas por Menorca y su Puerto de Mahón, han dejado también su legado médico, social y cultural durante todo este tiempo. Y con todos ellos Menorca conserva la amistad que se ha generado en esta incipiente Europa.
Estamos en proceso de restauración y equipamiento de todas las salas del Centro de Interpretación.
El Centro de Interpretación del Puerto de Mahón procura ofrecer al visitante una visión estructurada de su historia, actividad, aportación a la vida de la Isla y su importancia en el Mediterráneo. La visita se realiza por salas en las que encontrará descripciones, imágenes y textos o videos relacionados con el sentido de cada sala. En ella encontrará datos relacionados con la presencias de las diversas naciones que han utilizado este Puerto y el legado que han dejado en Menorca, así como su influencia en la Sociedad. También se ofrece una visión de la vida en el Puerto, su actividad, industria y comercio todo ello muy relacionado con el sector naval y su economía.
Arte contemporáneo
Hauser & Wirth se fundó en 1992 en Zurich por Iwan Wirth, Manuela Wirth y Ursula Hauser, a quienes se unió en 2000 el socio y vicepresidente Marc Payot. Hauser & Wirth es un negocio familiar con una mirada global, y se ha expandido en Hong Kong, Londres, Los Ángeles, Nueva York, Somerset, Gstaad, San Moritz y Southampton. La galería representa alrededor de 90 artistas y legados que han sido esenciales a la hora de dar forma a su identidad a través del último cuarto de siglo, y que son los elementos que inspiran la amplia gama de actividades de Hauser & Wirth en su compromiso con el arte, la educación, la conservación y la sostenibilidad.
Hauser & Wirth Menorca comprenderá un espacio expositivo, un programa educativo, jardines, una tienda y una cantina. La programación del centro abarcará nuevas y ambiciosas exposiciones, de técnicas diversas, de los artistas representados por la galería, así como exposiciones de los artistas modernos mas prestigiosos del siglo XX, todas ellas respaldadas por una sólida oferta de actividades educativas. Se desarrollarán programas para las comunidades escolares y en conjunción con ellas, así como con familias, adultos y turistas, lo que incluirá proyecciones, charlas, y talleres interactivos. Hauser & Wirth se ha asociado con entidades benéficas, artesanos y organizaciones para desarrollar un amplio abanico de actividades educativas que apoyen cada exposición.
En estrecha colaboración con La Fundación Hospital de la Isla del Rey y el Ayuntamiento de Mahón, Hauser & Wirth está llevando a cabo un importante proyecto de conservación para reutilizar con sensibilidad las dependencias del edificio Lángara y alojar en él su Centro de Arte. El proyecto preservará la ecología natural de la isla mediante esquemas de plantación nativa.
La primera exposición en Hauser & Wirth Menorca está previsto abrirla al público en 2021 y contará con una serie de obras de artistas y proyectos específicos relacionados con el lugar. Entre tanto, la Isla del Rey será un campo de pruebas para las ideas de artistas, dando tiempo para que se creen conexiones entre la arquitectura, el paisaje y la gente. El programa educativo de Hauser & Wirth Menorca tratará de fomentar la creatividad y forjar conexiones, tanto con el arte como entre las personas.
https://www.hauserwirth.com/locations/25040-menorca
https://www.hauserwirth.com/
Cómo nace y cómo actúa en la Isla del Hospital.
En 2004, ante la situación ruinosa de la Isla del Rey (o del Hospital) que afecta a todos los edificios y espacios de la misma, tras 40 años de abandono, desidia y expolio, surge un movimiento popular motivado por el deseo de limpiar, mantener y adecentar el lugar. Es la vergüenza ciudadana la que actúa, por la desidia de la Administración, ante un Hospital y su historia incomprensiblemente ignorados y despreciados.
Con herramientas propias y embarcaciones de particulares se inicia la actividad y se acuerda dedicar un poco de tiempo, los domingos por la mañana, para cumplir un objetivo no específico pero capaz de unir las voluntades de los miembros de ese pequeño grupo de voluntarios. Desde el primer momento, se funciona con disciplina de horarios, se cuenta con un liderazgo definido y entregado y con la voluntad y esfuerzo de los participantes.
Primeros logros: Limpieza y saneamiento, poda y desbroce. Era imposible cruzar el islote debido a la abundante vegetación que lo impedía. Se tardó mucho (meses) en abrir un camino que permitiese llegar a los edificios y estos estaban arruinados: techos abiertos, excremento de palomas y roedores por todas partes, ausencia de vigas, puertas y ventanas víctimas del expolio.
Pero el pequeño grupo de voluntarios iba creciendo. Gozaba del apoyo de quienes simpatizaban con la idea y fue perfilándose el proyecto. La participación voluntaria no contempla nacionalidades, edad, origen, ni status. Ni oficios, profesiones, ideas o creencias. Quien quiera aportar algo puede hacerlo: todos tienen algo que aportar y mucho que recibir. De este modo se han ido integrando voluntarios originarios de múltiples nacionalidades creando un grupo que recuerda, en su composición, a las distintas presencias extranjeras en Menorca.
Evolución: Evidentemente las necesidades fueron variando. Desde la primera labor de saneamiento continuó el voluntariado haciéndose cargo de los nuevos requisitos. Se consiguieron ayudas y apoyos financieros. Conforme las obras de restauración, una vez iniciadas iban avanzando, gracias a las ayudas de patrocinadores que vieron en el proyecto una realidad y no una entelequia, se sanearon salas (abovedadas en la planta baja) y empezaron a recibir muebles y artículos diversos, fruto de donaciones. Mucho de lo que llegaba necesitaba una revisión o reparación y, cuando menos, desoxidación, encerado, pequeños arreglos y reparaciones dado el clima húmedo de Menorca. Y surgió el grupo de restauradores que se dedica exclusivamente a poner en condiciones todo el material que va llegando. Carpintería, electricidad, pintura, tratamiento de metales y actividades similares es lo que se requiere para la restauración.
Todas las salas requieren mantenimiento y atención, así como todo lo depositado en ellas. Al realizar la visita real o virtual, podrá observarse el contenido de las salas. Y apreciar la labor oculta y entregada de quienes lo cuidan. Sin olvidar el jardín y los otros espacios de la Isla como muelles, caminos etc.
La gestión de cuanto se hace la lleva la Fundación Hospital Isla del Rey, creada con ese fin en 2005. Y lo primero que hizo fue redactar un Plan de Usos, para funcionar con un criterio público y ha sido desde entonces la entidad que lleva todos los trámites administrativos y de gestión. Bajo ese esquema se realizan todos los trabajos de voluntarios o contratados. Ello da lugar a otro tipo de actividades en las que el voluntariado también participa activamente tales como traducciones, ediciones de libros, publicaciones en los medios, múltiples diseños de cuanto hay que hacer, catalogación de donaciones, inventarios, colecciones, biblioteca y similares. No se puede ignorar su participación en eventos de cualquier tipo, su organización y desarrollo así como la atención a visitas y visitantes que se realiza durante todo el año.
Existe otro tipo de actividades que también requieren tiempo, dedicación y oficio como relaciones con la Administración, Instituciones, Medios de comunicación, Profesionales, Técnicos, Suministradores etc. en las que el voluntariado participa activamente.
Y en cuanto a su funcionamiento ya hemos dicho que disciplina, respeto, liderazgo y compromiso son los principales valores de este grupo. Sus resultados son visibles. Es obligado citar que como recompensa a su actividad, periódicamente se realizan visitas culturales a muy interesantes lugares de nuestra isla y rememorando la relación que Menorca ha tenido con otros países a lo largo de su historia, anualmente se celebran viajes de toma de contacto con los lugares de interés. (La Florida EEUU, Portsmouth UK, Belle Île Francia, Génova Italia, etc). De este modo se toma contacto y se observa lo que se hace en otros lugares y, en ocasiones, nos encontramos con pueblos nacidos de emigraciones de menorquines que recuerdan su origen, como es el caso en EEUU, de Nueva Smirna a donde fueron en 1768 o San Agustín en 1777. Todo ello enriquece y beneficia a la Isla del Rey y en consecuencia a Menorca.
La Biblioteca de la Isla del Rey es fruto de las donaciones producidas desde que se inició la recuperación del edificio. Está distribuida entre diversas salas pero todos los libros están recogidos en la base de datos que, con mas de 7000 ejemplares, constituye un potente depósito cultural relacionado con la medicina, su historia, diversas especialidades médicas, dominaciones y presencias en Menorca, su naturaleza e historia y temas relacionados con ella.
De cada libro se procura registrar, en la base de datos, tema, donante, idioma, autor/a, editorial, tamaño y ubicación. De este modo se puede acceder a cualquier libro seleccionado según algunos de los citados datos. Basta con poner en el campo adecuado cualquier palabra o fracción de ella que interese. Algunos ofrecen un desplegable que facilita la búsqueda.
Conviene resaltar la evolución que ha experimentado la medicina, no ya en los trescientos años de vida de este hospital, sino incluso en la últimas decenas de años que representan cambios trascendentales en el mundo médico. Por ello se acompaña el título del libro con la fecha de su edición. Todo ello ofrece un gran interés a sus lectores.
El sector del libro ha evolucionado mucho recientemente. La existencia del mundo digital ha cambiado completamente el acceso a la información y el conocimiento. No es preciso citar la función que ofrecen la web en la "nube", los kindle y e-books, permitiendo el ver y leer cuanto se publica y ofrece hoy día. Pero todo el conocimiento llega tras muchos años de estudio y de intercambio de ideas, datos y experiencias publicados en medios impresos. Por eso consideramos lógico que este Hospital sea respetuoso con los medios de los que se ha valido la sociedad para progresar haciendo público su avance, sus ideas y su lenguaje escrito, narrativo, poético, descriptivo, histórico o de cualquier otro tipo. Eso pretende ofrecer la Biblioteca.
Yacimiento arqueológico de edificio paleocristiano destinado al culto descubierto en 1888. El mosaico que ocupaba el suelo de la basílica, o lo que quedaba de él fue trasladado al Museo de Menorca en 1950. El yacimiento comenzó a ser excavado en 1964 bajo la dirección de la arqueóloga Maria Luisa Serra, lo que permitió identificar una basílica de 18,5 X 11,5 metros, formada por tres naves separadas por columnas con mosaicos de tradición sirio-africana, piscina bautismal circular, restos del ara y de la columna que le daba soporte. Se supone que su construcción data del primer tercio del siglo VI.
El Edicto de Milán promulgado por Constantino en el año 313 declara la libertad religiosa en el Imperio Romano. La cristiandad abandona las catacumbas e inicia la construcción de Basílicas inspiradas en las romanas. El arte paleocristiano es el que se desarrolla durante los cinco primeros siglos de nuestra era, etapa final de la influencia romana y bizantina. En Baleares hay ruinas de 11 basílicas, de ellas 7 en Menorca en: Es Cap des Port (Fornells), Fornàs de Torelló (Con pavimento de mosaico), Sanitja, Sanitja II, S’Illa del Rei (Con pavimento de mosaico), S’Illa den Colom (Sin excavar) y Son Bou
De cómo la labor entusiasta de unos voluntarios ha colocado a esta isla en la escena mundial del arte y la cultura
En la pequeña Isla del Rey se trabaja estos días a pleno rendimiento. Falta muy poco para la inauguración de los nuevos espacios dedicados al arte y la cultura y a la historia del puerto de Mahón. Todo un acontecimiento que atraerá gentes de todas partes. Cuando llegue el gran día, los visitantes desembarcarán en la isla y verán ante sí un edificio de piedra de grandes proporciones: es el antiguo hospital naval británico construido en 1711 y convertido hoy en museo. Frente a él, el flamante centro y galería de arte Hauser&Wirth. Y entre ambos, los jardines diseñados por el influyente paisajista holandés Piet Ouldof. Si el visitante enfila hacia el este de la isla, descubrirá incluso los restos arqueológicos de una basílica paleocristiana del siglo VI. Su espíritu curioso guiará sus pasos hacia el antiguo hospital, con sus tres alas, sus arcadas y corredores. Y cuando se asome a las salas de cirugía, rayos X y autopsias, al dormitorio con sus viejos jergones, al laboratorio y la botica con su extensa colección de plantas y pócimas medicinales, a la vieja capilla católica y al oratorio anglicano, a la biblioteca y a la imprenta de más de cien años que sigue funcionando…, a la historia, en fin, del magnífico puerto de Mahón… lo encontrará todo en perfecto estado de revista tal y como estaba hace un par de siglos, con los equipos y el instrumental médico de la época primorosamente catalogados.
Pero por muy importante que sea lo que se ve, que lo es, lo más valioso de la Isla del Rey es lo que no se ve y probablemente se le escape al recién llegado: y es que aquí, un día, alguien obró un milagro. Porque nada de esto existiría, nada, sin la acción prodigiosa de un puñado variopinto de voluntarios.
Y es que pocos años atrás, la Isla del Rey agonizaba sin agua y sin luz. ¡Y qué pena daban entonces la isla y su hospital! ¡Y qué vergüenza sintieron algunos al contemplar tanto abandono y desidia! Los árboles crecían y se extendían en el interior de los edificios, derribando a su paso muros centenarios, contrafuertes y cubiertas; las enredaderas y plantas trepadoras abrazaban columnas y paredes hasta asfixiarlas, derrumbándolas; la humedad, el moho, los excrementos de gaviotas y roedores sembraban corrosión, podredumbre y suciedad por doquier. Todo lo aprovechable del antiguo hospital militar –muebles, baños, vigas y barandillas, puertas y ventanas, tuberías y cables de cobre…, todo había desparecido víctima del pillaje.
¿Cómo era posible que nadie acudiese en socorro de una isla y un hospital que habían acogido y cuidado a tantos marinos desde la ocupación británica de Menorca en el siglo XVIII? Aquí arribaban ingleses de la Armada británica, franceses o españoles moribundos o malheridos, víctimas de las batallas navales que se libraban en el Mediterráneo al tiempo que Menorca pasaba sucesivamente a manos de una u otra potencia militar. En 1830 el hospital, para entonces español, acogió a soldados franceses heridos durante la toma de Argel; sus médicos, enfermeras y las Hermanas de la Caridad atendieron a centenares de náufragos italianos del acorazado Roma, bombardeado a finales de la Segunda Guerra mundial por la fuerza aérea alemana como castigo por el armisticio firmado por la Italia fascista, ya vencida, con los Aliados. Al cabo de dos siglos y medio de servicio, el hospital de la Isla del Rey cerró sus puertas en 1964 y la isla quedó tristemente abandonada.
Y cuando parecía que ambos, hospital e isla, estaban irremediablemente condenados al olvido, alguien decidió tomar cartas en el asunto: “Esto se está desmoronando. Si nadie hace nada, lo hacemos nosotros”. Decididos a no cargarles con el mochuelo a los de fuera, “Madrid…, Palma…, los catalanes…, los ingleses…” e impulsados por un saludable sentimiento de vergüenza, el 10 de septiembre de 2004 nuestro puñado de voluntarios, al mando (y nunca mejor dicho) del general en la reserva Luis Alejandre Sintes, comenzaron a desbrozar el terreno sin sospechar siquiera a dónde les llevaría su aventura. “Éramos un grupo de locos”, nos cuenta Toni Barber Seguí, uno de los pioneros. “Quince o veinte amigos que acudíamos a la isla los domingos en nuestros ratos libres. Cada semana avanzábamos palmo a palmo por entre la maleza armados de un machete, una podadora de jardín, una pala… No se veía más allá de tres metros y cada vez nos llevábamos una sorpresa ante un nuevo descubrimiento, ¡aquí hay un pozo!, ¡he encontrado una cisterna!”. No faltaron los incrédulos y agoreros dispuestos a opinar: “Esos se cansan a los dos meses”, “A ver lo que duran…” ¡Y duraron, vaya si duraron! Y no solo eso, sino que poco a poco se les fueron sumando más y más voluntarios.
De ser veinte han pasado a ser un centenar contando a los veraneantes. Menorquines y forasteros, británicos e italianos, católicos y protestantes, personas de todas las clases sociales, y ¡oh milagro, ver para creer!: gentes de izquierdas y de derechas. Todos juntos y unidos motivados por un proyecto común ilusionante. Un proyecto que les ha llevado durante ya más de quince años, que se dice pronto, a madrugar cada domingo para desembarcar en su isla a las 8.30 en punto de la mañana y ponerse manos a la obra. En invierno y verano, haga frío o calor, llueva o sople la tramontana. “En todos estos años, creo que habremos fallado tres o cuatro domingos”, asegura orgulloso Toni Barber. Y remata: “No recuerdo que haya habido un enfrentamiento serio con nadie. Si acaso, algún pique durante un encuentro Barça-Madrid.”
¿Y qué hacían mientras tanto las instituciones, las diversas administraciones con competencias en la isla? Pues al principio, no entrometerse y hacer la vista gorda ante la okupación de la isla. ‘Laissez faire et laissez passer, los voluntarios se valen por sí mismos’, debieron pensar. Porque no cabe duda: por muy ilustres y respetables que fuesen nuestros aguerridos voluntarios, no dejaban de ser meros okupas de unos terrenos de propiedad pública. Poco a poco, las autoridades locales, independientemente de su color político, se fueron convenciendo de la bondad y seriedad de la aventura y empezaron a arrimar el hombro.
Tras quince años de trabajo y ya constituidos en fundación con todas las de la ley, los voluntarios reconocen haber sentido ‘mono’ durante los meses de confinamiento. Y es que echaban de menos su sesión de ‘islaterapia’, ese espacio-tiempo donde, en palabras del general Luis Alejandre, “se desarrollan virtudes que tenemos ocultas en algún rincón de nuestra alma”. Hemos sido testigos de este fenómeno, la ‘islaterapia’, y poco nos ha faltado para coger una brocha y ponernos a encalar una pared. Acérquense hasta la Isla del Rey un domingo a primera hora de la mañana. Encontrarán a un ex-transportista, a una enfermera de quirófano, a un coronel británico retirado, a un empleado de banca, una farmacéutica… dedicados a las tareas más prosaicas y variopintas: aquí pinto una viga, allá limpio un cristal, ¡esas malas hierbas!, ¡la maqueta de acorazado Roma ya está acabada!, ¡qué maravilla de donación nos llegó ayer para la sala de oftalmología!… Y cuando dan las 11 y toca retirada, los voluntarios se reúnen a desayunar y hacer balance. Irradian vitalidad y energía, aunque la mayoría está en la edad de la jubilación y añora a compañeros ya fallecidos o tan mayores o impedidos que han tenido que quedarse en casa. Si el visitante está de suerte y el Covid no lo impide, hasta podrá compartir con ellos algo tan tangible como una tapa de sobrasada y de propina se llevará un cachito de islaterapia inmaterial e imborrable.
La jornada toca a su fin. Vuelta a la barca y cada cual a su casa. O a misa de doce, apunta socarrón el general. Algunos acaban derrengados de tanto picar y cavar y a otros la sesión les ha sabido a poco. Aunque quizá en esta dosis justa y medida radique también el éxito de la Fundación Hospital Isla del Rey: un proyecto común ilusionante, con un liderazgo que nadie cuestiona aunque no siempre se coincida, donde todos saben que nadie es nada sin el otro y en el que cada cual desarrolla su propia función dentro de sus competencias, respetando el el trabajo de los demás. Me atrevería a sugerir incluso otra de las razones de su éxito: la edad de los voluntarios, una generación acostumbrada a madrugar y al duro bregar, que dejó atrás hace tiempo egos y vanidades.
Vayan a verlo a la Isla del Rey. ¡Los milagros no abundan hoy en día!
emailihospital2@hotmail.es
httphttp://www.islahospitalmenorca.org/